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Urge la necesidad de dar un debate en pro del picó.
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Modo picó

Hoy el picó está de moda en Barranquilla.

Dairo Barriosnuevo, un artista plástico que lleva más de 20 años plasmando obras del mundo picotero, define el picó como un sistema integrado de imaginarios colectivos de la comunidad.

Es “un sistema de sonido modificado artesanal, tecnológica y pictóricamente”; cuya importancia radica en la articulación con los contextos populares del Caribe, convertido en un artefacto tecnológico que puede congregar valores sociomusicales, capitales de identidad cultural y unir dinámicas sociales y económicas, valorizando así la cultura popular; agrega el investigador de antropología de música y de desarrollo, Jorge Giraldo.

Domingo Laino nos habla de su picó como la expresión para transmitir sentimientos, y gustos musicales; caracterizado por tener sentido cultural originado por la pasión a la música.  Además del sentido empresarial que le imprime, al satisfacer la demanda requerida por sus amigos, le agrega el componente de responsabilidad social al apoyar eventos a favor de la población vulnerable.

Para Julio César Lobo, el picó es el rey,  el gran artista de la fiesta del pueblo;  es decir el espacio para compartir y disfrutar en la calle de la música fonograbada en un picó. “Es una obra hecha a mano con excelente técnica criolla”.

Así mismo, Manuel Henríquez, coleccionista de música en acetatos y propietario de un picó, nos dice que este nace para dar alegría y animar las verbenas en los años 60 y 70; y que luego, en los 80 desparecen cuando llegan del exterior los picó´s fraccionados o torres.  

Hace cinco años y gracias a un grupo de románticos nostálgicos, empezaron a recordar la esencia del picó primero, el “escaparate”, el de los dibujos, los discos de vinilo y volvieron a llenarnos de alegría sacando y haciendo sonar los picós, recuerda Lobo.

No obstante, existe cierta prevención a los picós porque en algún momento de la historia, nos dejamos influenciar y hubo un mal manejo de los decibeles y la comunicación con la comunidad.

Indiscutiblemente, en el uso correcto de los picós, como ocurre en toda actividad,  es importante la educación y cultura como medio para garantizar una sana convivencia.

Por ello, Henríquez afirma que se requiere de más educación para entender que todos los fines de semana no se puede poner un picó a todo timbal y que existen comportamientos inadecuados en el ser humano que originan problemas sociales, los cuales pueden aflorar cuando se está alrededor de un picó.  Pero hay que recalcar  que el problema radica en el comportamiento del individuo y no en el picó; ya que el picó es un medio para dar a conocer los diferentes sonidos musicales de los países cuyo fin debe ser educar en la música.

Necesitamos más cultura y musicólogos que nos ilustren que “la música tiene una narrativa e historia de las costumbres, pregones y forma de ser de los pueblos, que va más allá de la rumba y el trago”; que nos ilustren sobre el picó y su contenido, nos cuenta Henríquez.

Habría que decir también cuán importante es mejorar la comunicación, verbal y corporal, para evitar discusiones y problemas innecesarios.

Lobo sugiere que la autoridad pueda utilizar sonómetros o decibelímetros para que haya una medición real del sonido emitido por un picó y con ello poder  confrontarse con los niveles permitidos o aprobados por Ley.

Por su parte, Henríquez recomienda además, el establecimiento y cumplimiento de unos compromisos frente al uso de discos y de tocadiscos y evitar que se produzcan 10 o 20 descargas a un mismo ritmo, lo que indiscutiblemente puede afectar al ser humano. Hay que comprender también que el picotero, hoy llamado “Dj”, es un expositor de música en donde los escuchas desean ser complacidos.

De manera que urge la necesidad de dar un debate en pro del picó, para que se reconozca su creación y origen barranquillero,  y que sea declarado patrimonio cultural para seguir mostrándolo al mundo, puntualiza Lobo.

En las conclusiones, Giraldo, en su obra literaria “Música Champeta y Africana en el Caribe Colombiano” plasma cómo en torno al picó y su contexto festivo, se presentan elementos de desarrollo social en donde se articulan las comunidades locales directamente; por lo cual desde el fortalecimiento de unas políticas culturales sobre estos contextos atravesados por el picó; se pueden generar espacios de convivencia y paz, distanciándose así de los estigmas de violencia en que se suele representar.

Hoy el picó está de moda en Barranquilla, logrando entrar en los clubes sociales y animaciones de horas locas siendo así una forma de hacer verbenas en sitios cerrados

Que permanezca o no el picó depende de comprender su significado y de ser capaces de lograr comportamientos que no atenten contra la paz y tranquilidad.

 

Sisi Llinás, especial para Zona Cero
sisi.barranquilla@gmail.com

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